miércoles, 27 de mayo de 2009

FUGA DE CEREBROS


Seleccionó su ropa con cuidado y dedicación. No era una mañana más. Arregló su peinado y se maquilló algo más que lo habitual. Pensó que un poco más de perfume estaría bien y se miró en el espejo del dormitorio. Se vió espléndida, radiante.

Arregló su collar y ladeó la cabeza con una mueca para ver cómo lucía mejor. Junto a su figura se reflejó otra que se hallaba tendida en la cama como si nada pasara a su alrededor. Tuvo una sensación de disgusto que se notó en su rostro y, por un momento, pensó en cambiar de idea.

Algo confundida giró sobre sus talones y sin olvidar su cartera se despidió.
- Chau Carlos, me voy.
- Chau flaca, ya me levanto.

Mónica cerró la puerta y llamó el ascensor. Mientras esperaba lo volvió a pensar, y en su mente se dibujaron las palabras del poema. Nadie antes le había escrito. Nadie antes se había dirigido hacia ella de forma tan pura, tan sentida, tan dulce. No tenía nada qué pensar. Tomó el camino de siempre y avanzó hasta la estación del tren.

Llegó a la ventanilla y, nerviosa, aceptó.
- A las cuatro.
- Te espero en el bar.
Tomó su boleto y caminó por el andén.

No fue un día normal. A Mónica le resultaba imposible concentrarse en el trabajo. Se quedaba pensativa con las manos en el teclado de la computadora y los dedos inertes. Varias veces iba a rastrear la misma ficha en el archivo y regresaba sin haberla buscado. Atrasada, decidió no almorzar, postergó un par de reuniones y tomó mucho café. A las tres pidió permiso para retirarse. Mañana estaría mejor.

El corazón, más rápido que el reloj, fue sorprendido por una flor que brotó tras su espalda:
- Hola.

Un saludo callado, mudo, ahogado por la emoción. Ser mujer se volvía especial y maravilloso por primera vez en su vida. Esa voz era música para sus oídos desde la primera vez que le dijeron “a Retiro…. Ida y vuelta?”. El perfume de esa flor era un jardín entero, era un manjar de colores. Estar ahí, sentir así, aunque sólo fuera por un instante… Eso era vivir. Eso era ser mujer.

Ya había tomado suficiente café, no tenía sed y prefería no comer. Escuchar su voz era el mejor alimento que podía recibir. Sus ojos no hacían más que piropear el lenguaje. Embelesada, se dejó tomar la mano. Una energía diferente se reflejó en su rostro. Los dedos entrelazados tejieron una danza infinita durante horas. El poeta hablaba de ella, y en su nombre, del amor.

Salieron a caminar. Las baldosas desaparecían tras sus pasos. Sus sombras borraban el pasado dibujando el futuro. Buenos Aires les brindaba un arrullo tierno de motores apurados, un esquizofrénico ronroneo de voces en Florida. Nada era igual en esa tarde. Hasta su vida contada al oído parecía diferente. Otros ojos la escuchaban. Se sentía importante, valorada. Dejó que sus brazos la abrigaran, cerró los ojos al sol y se dejó llevar hacia un cálido sueño de seducción.

Una hora después, un frío y desentonado ring telefónico los volvió a la realidad poniendo fin a su hora de amor. Afuera, un cielo de nubes rojas y algunos minutos disponibles para combinar el próximo encuentro. Unos pasos después de Plaza San Martín los esperaba un molinete para separarlos.

- Chau princesa. Hago tiempo en Retiro y vuelvo a la boletería a recuperar las horas de hoy.

Mónica caminó por el andén sin voltear su cabeza. Hoy no le molestaba esperar otro tren para viajar sentada. No escuchaba a los vendedores ambulantes. No le preocupaba cuidar su cartera. Tenía una mirada nueva. Una vida nueva.

El reloj, más rápido que el corazón, le recordó que eran las 8. Miró por la ventanilla y, sorprendida, se dio cuenta de que tenía que bajar. Saltó del vagón y corrió hasta su casa. Su casa… su casa? Ajena a la rutina se cambió de ropa y recogió su cabello. En el reflejo del espejo vio la cama sin tender y así la dejó. No chequeó los mensajes del contestador, ni puso en marcha el lavarropas.

El ruido conocido de la llave en la cerradura la sorprendió preparando la cena. Una cena repetida. Una cena sin sabor. Una cena sin dueño. Entró y anunció su llegada con la frase de costumbre:
- Falta mucho con el morfi….?

Sin esperar respuesta apagó la radio que escuchaba su mujer y encendió el televisor.
- Media hora –contestó Mónica en voz baja.

Un silencio de ajedrez acompañaba las noticias. Ella, muy distante, distribuyó la vajilla sobre la mesa. El, como siempre, mirándola con la nuca le contó la anécdota diaria:
- No sabés con quién me encontré hoy?!!!

Y con voz indiferente al hogar comenzó un relato adolescente sobre su amigo “El Rulo”, ese que no veía desde la cena del reencuentro… la de los diez años de egresados…. Le habló de sus amigos, de los exámenes, de la elección del mejor compañero. “El Rulo” era esa clase de personaje que cualquiera quería tener cerca: buenas notas, buena “pinta”, familia acomodada…
- Tenía a todas las pibas con él…Podés creer que nunca se llevó una materia? –Puso los pies sobre otra silla- Nunca se “rateó” con nosotros… -se mordió el labio inferior y resopló como quien da por obvia una situación. Le dirigió a su esposa una mirada rápida para asegurarse de que seguía allí y continuó- Un gil, pero lo queríamos todos, che…. Mirá si será gil que tanto 10 no le sirvió para nada. En la cena esa que te digo, los únicos que íbamos a la facu éramos El Rulo y yo. El pibe es un bocho, pero en este país…..Si lo vieras…. Está igual que siempre.
- No lo conozco

Sin despegar los ojos de la pantalla del televisor y hamacándose sobre las patas traseras de su silla hizo la pregunta obligada:
- Falta mucho…?
- Estoy sirviendo –contestó ausente a la situación.

Comieron como autistas, ambos frente a la imagen de la realidad en voz de locutor. Mecánicos movimientos de brazo junto al repicar del tenedor en el plato acompañaron las repetidas noticias del canal de cable que anunciaba la investigación del día luego de la pausa comercial.
- Querés postre? Quedó flan de ayer…

Como respuesta se encogió de hombros leyendo la pantalla a cuyo pie se leía: “Exportación de cerebros".
- Mirá vos… este pibe se tiene que ir… Me querés decir qué hace “El Rulo” trabajando en la boletería del tren?