martes, 25 de mayo de 2010

LA TROCHITA



La Trochita es una locomotora muy antigua. Es pequeña y a vapor. Así como la ven, chiquitita y gastadita recorrió casi todo el país sin protestar arrastrando vagones. Algunas veces le tocaba llevar gente, pero otras veces, su trabajo era remolcar pesados furgones de carga, y siempre lo hacía con una sonrisa y silbando bien fuerte.

En todos los pueblos la conocen y la quieren. Dentro de unos días, es su cumpleaños, y el jefe de la estación le tiene preparada una sorpresa.

Una mañana, la Trochita llegó muy temprano, como siempre y el jefe le dijo:

- Trochita, estuvimos pensando que estás trabajando mucho y sería bueno que descansaras unos días.
- Pero, jefe... –dijo la Trochita un poco sorprendida, un poco preocupada
- Pero nada... la semana que viene te esperamos pero no aquí, sino en la estación central –dijo el jefe y se fue rapidito para que la Trochita no tuviera tiempo de discutirle nada.

No saben qué triste se fue la Trochita a su casa, los trenes la saludaban y ella apenas si silbaba bajito.

Pasó toda la semana pensando por qué le habían dado un descanso y todo lo que se le ocurría eran ideas feas. Se imaginaba que la iban a desarmar o que la iban a mandar lejos.

A la semana siguiente se despertó antes de que sonara el reloj. Se lavó las ruedas, perfumó el motor y quiso hacer sonar su silbato bien fuerte, pero no lo consiguió. Le dolía la caldera, algún carbón le había caído mal. La verdad es que estaba nerviosa.

Como era tempranito, fue andando despacito, mirando el paisaje, hasta la estación central. Cuando estaba llegando le pareció raro no ver otras locomotoras en las vías. Entró por el andén principal y frenó bien suavecito para no estropear su aspecto. Esperó un ratito y de repente empezó a escuchar música, trompetas, tambores...

Se asustó un poco y quiso retroceder, pero enseguida aparecieron sus amigos y el jefe de la estación. Como era su cumpleaños le habían preparado una fiesta grande, con banderines, invitados y hasta una orquesta.

Además, el jefe le dijo que como había sido una locomotora tan buena durante tantos años, se merecía un trabajo más tranquilo y que a partir de ese día iba a trabajar en la estación central haciendo paseos cortos para los niños que fueran de visita.

La Trochita se puso feliz, desaparecieron las ideas tristes y se le pasó el dolor de caldera. Cuanto que la querían!!! Este era su mejor cumpleaños.

Un cuento para Joakim,
mi morochito dulce de leche,
a quien tanto le gustan los trenes.



No hay comentarios:

Publicar un comentario

"Quien escribe es escritor sólo si ha encontrado quien lo lea."
Gracias por leer y comentar!!