sábado, 15 de enero de 2011

EN PAMPA Y LA VIA

Me siento cansada, como si me hubiera pasado un tren por encima. Me cuesta moverme. El cuerpo me pesa y no tengo intención de hacer nada. Gastada a los treinta, así me siento.
Creo que hasta la voluntad me falta. No sé si quiero estar acá, acostada, pero no tengo fuerzas para levantarme.
Ya no lo voy a llamar. Puede estar tranquilo.
Estoy flaca, me veo delgada, tengo los pómulos prominentes y me dan impresión mis propias manos. Ni hambre tengo. Si al menos pudiera tener el valor de incorporarme.
Me siento aterida, entumecida y abúlica. Tengo miedo, le temo a este letargo.
No puedo olvidar mis recuerdos, las imágenes del pasado viajan frente a mis ojos. No se detienen en ninguna estación, pero siempre me falta el último párrafo. Quisiera extraviar la memoria. Siento que estoy en una sala de cine, viendo una película de mal gusto sin poder irme de allí. Es un freak en el que todos se ríen de verme llorar y hacer el ridículo.
Debería haber un poco de luz en este cuarto, a ver si el grotesco deja de girar ante mí. Un haz de sol tal vez me ayudaría a reponer energías, pero no tengo ganas de ir hacia la ventana... A dónde están las ventanas?
Sé que viene a verme, pero ya no me interesa, creo que hasta estoy mejor así. Hizo bien en dejarme. No importa con quién esté ahora. Si no es mío no me está traicionando. Y eso es un alivio.
Tengo frío.
Su crónica visita me fastidia, no me deja enterrar su fantasma. Siento sus pasos, sus pisadas arrastradas mientras me ronda. Y su presencia me hunde, me sumerge y naufrago otra vez en esa evocación sin colofón.
Sé que llora. Lo estoy escuchando. Mi mamá le dice que ahora es tarde para llorar. Y quisiera gritarle, pero ni eso puedo hacer. No sé si por extenuación o por impotencia. Por agotamiento o porque ya no vale la pena.
Tengo frío. Tengo los huesos fríos. Mi ropa está húmeda y sucia. Yo estoy sucia. Me quedé con su mugre, con su trampa. Fui su desecho y ahora soy su despojo. Me dejó sucia. No sé cuánto hace que estoy en esta posición. No. No me duele nada, sólo el alma. A veces quisiera llorar, pero ya ni lágrimas me quedan
No sé qué quise hacer. No sé si fue mi intención. Alguien me robó el desenlace. Lo último que recuerdo es el cachetazo que le dí en la esquina de Pampa y Libertador.
Ya no tengo nada, ni siquiera un final. Me cuesta moverme. El cuerpo me pesa. Siento que cargo toneladas de tierra sobre mí.
Por qué todos me traen flores? Me siento cansada, como si me hubiera pasado un tren por encima.

5 comentarios:

  1. ¡Qué sacudón! un texto como una locomotora. Imágenes claras... se la ve, flaca y demudada...¡Se la ve!
    ¡Me encantó!.
    Un beso grande

    ResponderEliminar
  2. Gracias, Su. Siempre es un gran empujón tu comentario!! Un besote.

    ResponderEliminar
  3. Bienvenido a mi espacio, "J". Quedo al aguardo de nuevas visitas. Gracias por tus palabras.

    ResponderEliminar
  4. Lo había leído, pero no comentado. Me impactó, mucho, es fuerte

    ResponderEliminar

"Quien escribe es escritor sólo si ha encontrado quien lo lea."
Gracias por leer y comentar!!