lunes, 31 de diciembre de 2012

BRINDIS 2013

Y se va terminando el año. Se van consumiendo las últimas horas y todos corremos en pos de ultimar detalles. Envolver el pan dulce, saludar a todos los amigos y familiares que no veremos esta noche, hacer que los hijos duerman la siesta y no lograrlo. Es un día especial siempre. Terminar algo nos predispone para el futuro, aunque no lo tengamos muy claro o sí.

Se va terminando el año, y es un buen momento para brindar. Por lo vivido y por lo que vendrá. Levanto mi copa entonces y brindo por el 2012 que termina. Brindo por la gente en la calle, no por la protesta, sino por la participación. Brindo por la libertad de expresión, por la pluralidad de voces, por el respeto, por la colaboración.

Brindo por las vacaciones que tuvimos en la playa, por el derecho a varios metros cuadrados de arena por cada uno, por el mar nuestro, frío pero nuestro. Brindo por que bajen los precios, sobre todo los del protector solar 65.

Brindo lamentablemente otra vez por el fin de la violencia, porque terminen los asesinatos, las locuras individuales que toman vidas inocentes en masa, por la paz en el mundo sin que sea sólo una frase. Brindo por la salud de los presidentes que este año tuvieron en vilo a Latinoamérica, y brindo por Latinoamérica, porque nos aúne la región, la historia común, la raza, el idioma, el origen, las históricas luchas y no el fanatismo.

Brindo por nuestro transporte público, por que ya no tengamos tragedias, porque la lucha por el subte sea por los ciudadanos y no por el poder. Por las callecitas de Buenos Aires, por el precio del bondi, por la SUBE, para que baje y por los genitales de la lora de Mauricio, pobrecita. Brindo por la corrupción que supimos conseguir, para que vayan presos los que tienen que ir, para que el acceso a puestos de gobierno sea por convicción, por vocación de servicio, por militancia y no por Cicconear.

Brindo por el deporte, por las olimpíadas, por los records de Messi, por la vuelta de River a la A y por la alegría familiar. Brindo por que los meses recuperen su nombre y su identidad. Porque mayo sea mayo y no M, que podría ser marzo. Por que abril sea abril y no A que podría ser agosto.

Brindo por los que se fueron este año y nos dejaron su recuerdo eterno. Por Robin Gibb, por el flaco, por la Huston, por la Summer, por Adrián Otero y las eternas Raval y Vargas. Brindo por Larry Hagman, por Ray Bradbury y por Neil Amstrong. Brindo por Gogò Andreu, por Ethel Rojo, por Jorge Luz, por Olga Zubarry, por Alicia Zanca y por Leonardo Favio. Brindo por Jorge Rossi y por Caloi. Y brindo por Juan Alberto, porque desde algún lugar, nos sigue haciendo compañía.

Brindo por la familia, por el amor, por los amigos. Brindo por el baño que por fin arreglamos, y por el crédito que lo hizo posible y aún adeudamos. Brindo por el sillón nuevo en el que entramos los cuatro, y por mi trabajo que este año ha sido muy grato. Brindo por mis hijos, por Joakim egresadito, por su espontánea frescura y por los logros de Ezekiel, en especial, por su partitura.

Brindo por mis sobrinos, particularmente por María Luz y sus quince años, por Pedro, por Lucho y por mi princesita Julieta. Un brindis de bienvenida para Brisa y otro para Alejo que se agranda la familia.

Brindo por Mente Literata, que sigue creciendo y por Alma de Loca que va queriendo.

Y ahora sí brindo por el 2013. Porque nos encuentre unidos o por lo menos aunados. Brindo por los proyectos, por los sueños, por las utopías. Brindo por los discursos en cadena, para que sean más cortos o para que no los vea. Brindo por el Rojo, por el promedio, por el Tolo, por el Rolfi, por las copas, por la virgen María, por santa Catalina, por la difunta Correa, por el gauchito gil y por todos los santos que conozcan.

Brindo por Ari, por sus ganas, por sus anhelos, y sobre todo por sus pasiones. Porque va siendo cierto esto del amor eterno, eso de compartir y sobre todo eso de apoyarnos. Brindo por su desenfado, por su franqueza y le doy las gracias por estar a mi lado.

Y brindo por los amigos, por ser, por estar. Por las salidas al teatro, por las cenas, por el vino, por los chats de madrugada.

Brindo por un nuevo año sin leyenda Maya, por un nuevo año con más feriados que fin de semana.

Brindo por la libertad, la de todos y cada uno. Brindo por que seamos diferentes pero unidos, porque pensemos distinto pero en un mismo sentido, porque nuestros hijos un día digan y sientan que para un argentino, no hay nada mejor que otro argentino.

Brindo por mí, por vos, por nosotros. Por los que ya no están pero estarán siempre.

CHIN CHIN.

miércoles, 19 de diciembre de 2012

MOROCHITO EGRESADITO

Para mi hijo menor,
que ya es grande.

La primera vez que fuiste al jardín lo hiciste dentro de mi panza. Fuimos y vinimos juntos desde que eras un porotito hasta que saliste con casi tres kilos y medio. Blanquito, blanquito naciste. Casi transparente. Y sin pelo. Ni cejas tenías. Y ni se te veían las pestañas de tan rubias. “Miren que lindo morochito hicieron”, nos dijo la obstetra. Y así te quedó. Nuestro Morochito. Con mayúsculas.

Y seguimos yendo al jardín a llevar a tu hermano y a pasarlo a buscar. A upa, en el paragüitas y caminando. Fuiste conmigo, con papi y con tía Mary que te mima desde que naciste cuando nos vamos a trabajar. Y te saludaban las seños, y te tenían en brazos y te preguntaban cuándo ibas a ir vos también a jugar. Y ese día llegó antes de lo pensado. No tenías aún dos años cuando decidimos con papi que fueras al jardín. Nos recibió Nancy y nos presentó a Loly, que hizo bollitos todos mis miedos y mis angustias y se fue a la sala con vos en brazos cantando la canción de la papa.

La idea de la jornada simple se transformó en jornada completa con comedor en apenas una semana. No había forma de retirarte a mediodía. Nancy y Loly me hicieron ir a “espiarte” para que viera cómo te divertías en esa sala llena de “Solcitos” y con qué amor la seño Paula te cambiaba los pañales. No hablabas ni una palabra en mayo, ni mamá decías. Con suerte se te escapaba un “mmmaMMM”. Sin embargo, vendiste escobas y escobillones para el día de la Patria. Después de las vacaciones de invierno hasta cantabas. Creaste un hippie divino con pañuelo vincha y enorme símbolo de la paz en el pecho y un hermoso Papá Noel para terminar tu primer medio año de jardín. Abrazaste a Loly y a Paula y parecía que no las ibas a soltar nunca. Y nosotros tampoco.

En 2010 fuiste “Estrellita” y te recibió la seño Agus. Me preguntó cómo eras, y le dije “flower power”. Me miró raro, pero cuando terminó el año me dijo que era la mejor descripción que podían haberle hecho sobre vos, que eras un espíritu libre. La seño Silvi te acompañó y te ayudó a dejar los pañales. Y así, bailaste folklore para el día de la Independencia y Colores para el día del maestro. Y para finalizar el año te tocó ser el musculoso más flaco de toda la historia del circo.

Llegó el 2011 y fuiste “Lunita”. La seño Anto inundó de ternura este año. Entre su dulzura y la tuya tu cuaderno y tu carpeta son un pegote de dulce de leche y chocolate. Junto con la seño Maricel llenaron hojas y hojas de carpeta. Cómo trabajaron ese año!!!!! Fue un enorme salto para vos. Cambiaron tus dibujos y aprendiste a escribir tu nombre. Tomaste confianza para las manualidades y, sin temor a equivocarme, delineaste tu personalidad. Recuerdo haberte dicho que no agarrabas bien el lápiz y me contestaste “la seño Anto tampoco y es seño”. Tomaste amor por los cuentos y fuimos al jardín a leer uno de “La brujita”, tus favoritos. Y tocaste el bombo para el 25 de mayo y bailaste el “La canción del jardinero” para el 9 de julio con un poncho rojo que tuvimos que hacer en casa y cuyo diseño elegiste vos, con esa personalidad única de la que hablo. Qué trabajo me dio ese poncho y qué feliz me puso tu carita cuando lo viste!!!! Aun tengo en la biblioteca el portarretrato que pintaste con tus deditos y la camisa naranja con moño que luciste pintada para bailar Footloose guardada en el placard. Todo el verano cantamos y bailamos Footloose. Y ahora escribo esto, me acuerdo y me ruedan dos lágrimas gordas por las mejillas. Maravilloso acto el de ese año. Parecía que no ibas a poder despegarte de Anto. No existía posibilidad alguna de cambiar de seño.

Pero no se podía evitar el cambio y se vino el 2012. Cuando volví de la reunión de padres te dije que tu seño iba a ser Cintia. No te acordabas mucho de ella pero había sido maestra de tu hermano y él te dijo: “Es la mejor seño que podés tener”. Y fuiste “Arco Iris”, uno hermoso, lleno de colores, de alegría, de brillo, así como sos vos. Asomando siempre después de cada tormenta con la sonrisa y la picardía pintada en la cara. Y este fue el año para poner en la vitrina, para mirarlo cada tanto y reir y llorar de emoción. Compartiste el año también con la seño Paulita y luego con la seño Lau. Un sol de maestra que te llenó de besos, canciones y contención. Y fuiste morochito de verdad el 25 de mayo con una enorme peluca de rulos negros. Y el 9 de julio vi el himno más lindo que vi en mi vida. Y dije bien: VI. Cantaste el himno en lengua de señas y paralizaron el estadio Obras completo. Vestidos con una camiseta en la que pintamos en familia la bandera. Jamás voy a olvidar ese acto.

Y este fue el año de los amigos, de fortalecer lazos, de crecer juntos. De hablarles por teléfono, de llorar por los que se van. Fue el año de sorprendernos aprendiendo a escribir, de mostrarnos lo responsable que sos con tus cosas, y de disfrutar del jardín más allá de los tropiezos y de no poder permanecer en una silla. Hace un par de meses atrás te escuché hablar con tu hermano y le preguntabas por qué te había dicho que Cintia era la mejor seño que podías tener. Y Ezekiel te contestó: “por que con ella aprendí a escribir, porque cuando te reta te dice un chiste, porque es divertida… No sé, Joako… porque la quiero mucho, porque es la mejor”. Y se quedaron callados. Al rato te dice: “Por qué me preguntaste eso de Cintia?”. Y le dijiste con tu vocecita: “Porque tenías razón”. Sin palabras.

Y ahora estás ahí, paradito, con tu gorro de egresado y no puedo creer el tiempo que pasó. En este mismo instante te veo en brazos de Loly saludando con la manito para que te dejara y me fuera tranquila. Nancy me saca del recuerdo cuando dice tu nombre en el micrófono. A mi se me estruja el alma y ahí vas vos a abrazar a tu seño Cintia, y es un abrazo infinito que ella te devuelve. Y sos uno más en la fila de niños que reciben su medalla, pero para mí sos el único. Se me caen las lágrimas y te veo borroso y llena de orgullo. Ahí está mi Morochito bello, radiante, con dolor de panza pero feliz. Y para finalizar, una última canción. “Aprender a volar”, en lengua de señas. No puedo dejar de llorar.

Qué más puedo decirte de este año? Que se termina. Y que con él termina una etapa maravillosa, la del jardín. Y que tuviste la suerte de tener a las mejores seños. Y a los mejores amigos. Seguramente alguno, te acompañará por la vida. Seguramente alguno crecerá a tu lado. Seguramente alguno podrá vivir junto a vos esos sueños que forjaron durante estos años. Aprendiste a volar. Felicitaciones, Joakim. Sos mi Morochito egresadito. Perdón, mi Morocho egresadito.

martes, 4 de diciembre de 2012

NO SUPE



Para mi sobrina mayor,
la primera de mis princesas.



Te conocí un diciembre, como este, pero 15 años atrás. Hacía calor, como hoy y venías en pañales a upa de tu mamá. No supe en ese momento, que ese bebé que no tenía aún un mes de vida, iba a ser mi sobrina por siempre apenas unos días después.

Tenías la piel rosada y suave y un halo de ternura infinita en la expresión. Lo recuerdo como si hubiera sido ayer. Te tuve en brazos casi desde el vamos. Fuiste mi primer bebé, mis primeros pañales, mi primera mamadera, mis primeras canciones infantiles y mis primeros relatos.

Tuve el privilegio de ver cómo crecían tus hermosos rulos, cómo te salían los dientes y cómo los perdías. Para vos inventé el sillón de los cuentos, ese que luego usaron todos los niños de la familia. En ese sillón humano, entre mis piernas, he narrado más de cien veces la historia de las princesas bailarinas que arruinaban sus zapatos… “ota ves, tía… ota ves”.

Me hiciste dibujar y jugar a las muñecas, ver en la tele las mellizas que eran tres y recorrer doscientas jugueterías para conseguir el vestido violeta para la Barbie.

Recibí de tus manos la alianza de casamiento. Fuimos al cine, al teatro y a comer un helado. Elegimos los vestidos para tus cumpleaños y la lámpara para el cuarto.

Aprendiste a hablar, a dibujar, a leer, a contar. Descubriste a Papá Noel, a los Reyes y al ratón. Creciste y tuve la suerte de estar ahí. Hablamos por teléfono, miramos tus cuadernos, nos prestamos algún libro y jugamos al diez mil.

Año tras año cociné tus roscas de Pascuas y compré huevitos aunque no los comieras. Aún están en mi heladera todos los imanes que me hiciste y tengo una carpeta con decenas de “cuadritos” que me dibujaste y cajitas de madera que me pintaste.

No supe hace 15 años que tendría una sobrina para toda la vida. Lo supe unos días después. Y supe también que te iba a querer todo lo que te quiero, que te iba a acompañar con el corazón por el resto de mis días y, lo más importante, supe que día a día iba a volver a elegir ser tu tía.

Hoy te veo enorme, hermosa, dulce como siempre, segura de lo que te gusta, con la firmeza de una personalidad única que admiro y no puedo más que agradecer a la vida por haberme dado la posibilidad de compartir estos años, por haberme regalado un vínculo que no me dio la sangre sino el amor.

Esta es la edad de los sueños, la de las ilusiones, la de los delirios de futuro. Es la edad de proyectar, de comenzar a delinear un estilo, de elegir, de disfrutar. Es el tiempo para no pedir permiso, para dejar de hacer para empezar a SER. Es el momento de iniciar un camino sinuoso lleno de sorpresas, es la hora de los desafíos, de creerse único, poderoso y audaz. Es el momento de golpearse, caerse y volverse a levantar.

Y para todo eso, voy a estar ahí, para acompañarte, para que me cuentes cómo vas, para que me pidas la ayuda que puedas necesitar, para seguir cocinando la rosca, eligiendo vestidos y leyéndote un cuento cada vez que no te puedas dormir.

No supe en el momento en que te conocí lo que hoy sí sé: que estoy orgullosa de ser tu tía, que estoy feliz de verte crecer y que te quiero con toda mi alma, María Luz. Feliz cumpleaños. Felices 15 años, princesa.